Sudáfrica puede parecer un destino lejano para muchos viajeros. Sin embargo, los que visitan el país suelen encontrar una razón para volver. Y es que, un gran número de visitantes se han enamorado de Sudáfrica, particularmente aquellos que han hecho la ruta descrita en este artículo. Las dificultades económicas y el crimen suelen ser algunos de los componentes que frenan a muchos turistas que desean conocer Sudáfrica, pero una vez que se ha viajado por el país, se aprecia que estos aspectos no son sus rasgos definitorios. La verdadera Sudáfrica se encuentra en sus sublimes paisajes, en la diversidad de su fauna y flora, en sus culturas ancestrales, así como en la mayoría de las personas amables que habitan el país.
Este artículo presenta una ruta sencilla pero larga que comienza en Ciudad del Cabo y bordea la costa hasta Durban. Es un simple trayecto de oeste a este, la mayor parte del cual discurre por la carretera N2. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la distancia es considerable, lo que hace que esta ruta sea perfecta para alquilar un coche.
Ciudad del Cabo
Podría dedicar un artículo entero solo a esta ciudad. Situada en la punta misma de la provincia del Cabo Occidental, la tranquila metrópoli descansa bajo la icónica Montaña de la Mesa, Table Mountain en inglés. Con varias universidades y el desarrollo continuo de sus centros comerciales, vida nocturna y suburbios, Ciudad del Cabo se ha convertido en un paraíso bohemio para surfistas, artistas, estudiantes y familias.
El paisaje en sí es impresionante, con una gran cantidad de senderos que suben a la Montaña de la Mesa, a la montaña vecina conocida como Cabeza de León –Lion’s Head en inglés–, la reserva natural de la Mina de Plata –Silvermine Nature Reserve–, así como a Kirstenbosch, uno de los jardines botánicos más valorados del mundo. En Ciudad del Cabo también se encuentran algunas de las mejores playas del continente como Clifton Beach.
Si quieres surfear, Muizenberg es el lugar por donde empezar, es un gran spot para aprender y a menudo tiene un conjunto decente de olas para los más experimentados. Hay un gran número de tiendas para alquilar tablas y equipamiento para surfistas. A lo largo de la principal calle de la zona hay varios lugares para comer mariscos, como la lujosa Harbour House, y más abajo, en Kalk Bay, se encuentra el tranquilo Brass Bell, un lugar ideal para comer Fish n’Chips.
Ciudad del Cabo desde arriba, con Lion’s Head en el centro y Table Mountain al fondo.
La oferta nocturna de la ciudad es muy variada y para tomar unas cervezas te recomendamos visitar Kloof Street, una empinada colina rodeada de bares de copas y restaurantes con Table Mountain en lo alto. El Bombay Bicycle Club está en la cima y es uno de los más populares. Después de la happy hour, si caminas hacia abajo desde Kloof Street te encontrarás en Long Street, el centro de la ciudad.
A lo largo de esta calle hay una gran cantidad de bares en las azoteas y balcones de casas coloniales que tocan todo tipo de música, desde rock e indie en vivo hasta música electrónica y down tempo, todo ello interpretado por artistas locales y visitantes. Hay fuerzas de seguridad privadas que cuidan la zona especialmente los fines de semana, así que puedes caminar tranquilamente por el barrio, aunque se recomienda ir en grupo y no pasear solo por calles desiertas.
En una breve escapada, a menos de una hora de Ciudad del Cabo, siguiendo la N2 y tomando la salida 33 hacia la R310, se puede llegar a Stellenbosch. Se trata de una impresionante ciudad universitaria rodeada de viñedos, lo que la convierte en la perfecta excursión de un día. Si decides visitar el lugar, disfruta de un recorrido por las bodegas y degusta un almuerzo gourmet con productos locales en el tranquilo centro de la ciudad.
Vista desde un viñedo en Stellenbosch
La Garden Route – Knysna, Plettenberg y Bloukrans River
Después de haber visto Ciudad del Cabo, es hora de tomar la Ruta Jardín –la Garden Route en inglés–, una región que debe su nombre a sus exuberantes valles y bosques. A pesar de que no estás abrazando la costa en este punto, ciertamente te diriges hacia allí. Son unos 490 km a lo largo de la N2, que se puede hacer en cinco horas y media. Como consejo de conducción, debes tener en cuenta que en algunos tramos la carretera solo tiene dos carriles, por lo que, ocasionalmente, deberás adelantar a los vehículos o camiones más lentos, ocupando el carril contrario. Es así durante gran parte del viaje.
Puede parecer arriesgado, pero los conductores residentes en Sudáfrica a menudo se meten en el arcén para dejar adelantar a los vehículos más rápidos. Tómate tu tiempo y pasa cuando estés seguro. En general, la N2 es una carretera recta con colinas, lo que significa que puedes ver lo suficientemente lejos como para adelantar sin estrés. Asegúrate de dar las gracias a cualquiera que te deje adelantar.
Al llegar a Knysna notarás inmediatamente la bahía llena de gente pescando y practicando deportes acuáticos. Al final del camino hay dos acantilados, uno frente al otro, que sirven de entrada al océano. Estos son conocidos como las ‘cabezas’ de Knysna. East Head es una zona residencial con bares, cafés y playas debajo de ella. West Head es más rústica y contiene numerosos senderos.
Knysna es una tranquila ciudad rodeada de bosques que posee un hermoso puerto con abundantes tiendas de artesanía local, restaurantes y marisquerías. En la zona se pueden realizar numerosas actividades, desde rutas en bicicletas de montaña y snorkel en playas con agua cristalina, a recorridos a lo largo de la costa en yates alquilados. Aprovecha tu estancia en Knysna para descansar, disfrutar de las puestas de sol y hablar con los lugareños.
Laguna de Knysna vista desde las Cabezas
A solo treinta minutos de Knysna por la N2 se encuentra la bahía de Plettenberg, en la cual se encuentra otro pequeño pueblo costero pero con una cultura de bares aún más vibrante. Dependiendo de lo que quieras hacer puedes alojarte aquí o en Knysna, ya que ambas localidades tienen varios hostales y B&B’s. La Reserva Natural de Robberg –incluida en el Patrimonio de la Humanidad por la Unesco– es una visita obligada, ya que cuenta con playas y cuevas que fueron utilizadas durante la Edad de Piedra.
Sin embargo, si eres un adicto a la adrenalina, mientras continúas tu viaje hacia el este por la N2 durante otros 40 km, pasarás por Bloukrans River. Mientras conduces por el puente más alto de África, pasarás por encima de el río. En este puente opera Face Adrenalin, la empresa de puenting encargada de organizar los saltos desde el lugar. Salta, si te atreves.
El puente Bloukrans – en el centro de la carretera está el lugar desde donde se salta.
Jeffrey’s Bay y Coffee Bay
Dependiendo de si te quedas en Knysna o en Plettenberg, conduciendo por la N2 hay unos 200 km hasta Jeffrey’s Bay. Aunque solo son un par de horas de distancia, se recomienda descansar en esta localidad, ya que el próximo tramo es de ocho horas en coche.
Pero hay más de una razón para quedarse, puesto que además de acoger al popular albergue Island Vibe, Jeffrey’s Bay tiene las mejores olas de Sudáfrica. En la ciudad se celebra anualmente el Billabong Pro South Africa, al cual acuden los mejores surfistas del mundo para competir en la legendaria ola Supertubes. Durante el evento hay tiendas de surf con las mejores marcas y en toda la ciudad se respira un ambiente parecido a la California de los años 70.
La famosa ‘Tube City’ en Jeffrey’s Bay donde tiene lugar la competición de Billabong
Ahora viene la verdadera prueba de tu resistencia al volante, pero la recompensa es excepcional. Sin embargo, si quieres dividir esta parte de tu viaje por Sudáfrica, puedes alojarte en la pequeña East London, a solo cuatro horas por la N2; un gran albergue de la localidad es Sugarshack. Si no lo haces, mantente en la N2 y ten a mano un mapa o instrucciones de Google, ya que de vez en cuando tendrás que tomar caminos fuera de la N2 para volver a incorporarte más adelante. Después de 600 km, saldrás de la autopista y te adentrarás en carreteras de montaña, así que conduce despacio.
Conduciendo por la N2 en el Cabo Oriental
Coffee Bay es un paraíso. Es un pequeño valle fluvial enclavado entre ondulantes y verdes colinas junto al cálido océano Índico. La región es conocida por las cabañas redondas que los lugareños han construido durante generaciones. Coffee Shack es el perfecto lugar para alojarse en la zona. Este hostal fue construido por dos recién casados que descubrieron la zona el día de su boda. Después decidieron quedarse y construyeron el albergue desde cero. Ahora es un lugar tranquilo que alquila tablas de surf por solo 20 rands al día (unos 1,15 euros). Las increíbles playas de la zona están a un corto paseo.
Hay varias caminatas guiadas por lugareños, en particular al ‘hoyo en la pared’, un punto de referencia natural que vale la pena ver. El albergue cuenta con residentes hippies durante todo el año que cocinan especialidades locales, organizan competiciones de billar en el bar por la noche y están encantados de dar tours por la zona. Asegúrate de tener dinero en metálico, ya que las tiendas de la localidad no suelen aceptar el pago con tarjeta y el cajero automático local a veces no dispone de suficiente efectivo.
El hoyo en la pared en Coffee Bay
Durban
Después de ver todo lo que hay que ver en Coffee Bay, despídete con tristeza y conduce hasta Durban, la última parada de tu viaje. La tercera ciudad más poblada del país está de nuevo a lo largo de la N2, por lo que te espera un buen viaje de 521 km, unas 7 horas aproximadamente. Por supuesto, al igual que en las etapas previas, el paisaje será excepcional, así que asegúrate de parar para descansar y hacer alguna foto al borde de la carretera.
Durban es una de las ciudades más populares de Sudáfrica y ofrece un montón de cosas que ver y hacer. Aprovecha tu estancia en la ciudad y acércate a la Milla de Oro, una famosa playa para surfear, correr y relajarse. También puedes visitar el Jardín Botánico, conocido internacionalmente por contar con plantas vivas de la época prehistórica.
La playa principal de Durban
Desgraciadamente, aquí es donde termina nuestro viaje por la costa sudafricana. En conjunto, esta ruta se cubre en unas pocas semanas, todo depende del tiempo que quieras quedarte en cada uno de los lugares. Sin embargo, hay mucho más que ver en Sudáfrica. Desde Durban también se puede ir a la espectacular cordillera del Drakensberg, visitar Johannesburgo o incluso el parque nacional Kruger para hacer un safari. Sudáfrica es tan grande y está tan llena de maravillas… pero no te preocupes porque, como ya hemos dicho, es probable que vuelvas.
Autor: Ed Sherrington
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